La prueba razonada
«En sí misma, ninguna prueba es suficiente para una decisión sobre hechos controvertidos. En sí misma, una prueba no demuestra nada, ni permite alcanzar una decisión. La prueba debe ser «razonada» en el sentido de estar sometida a un tratamiento inferencial, al juego del dar y pedir razones. Típicamente, en ámbito jurídico y procesal, dichas razones son articuladas en inferencias probatorias brindadas como argumentos para justificar o criticar determinadas pretensiones o decisiones.