Si pudieras mirarlos a los ojos y hablarles ¿lo harías? Contarlo todo no formaba parte del plan, siempre lo había guardado para mí. ¿Cuántas veces narré a extraños el mismo relato mostrándome como el bueno de la historia? Las suficientes para convencerme de que así era. Sin embargo, llega un momento cuando tocas fondo y te das cuenta de que es hora de ser honesto y contar las cosas como ocurrieron realmente, imaginando que los miras fijamente a los ojos, hurgando en su alma, buscando no perder un minuto ni una oportunidad más.