Es una de las novelas más inquietantes de Mario Mendoza, un viaje literario entre la cordura y el delirio. La historia sigue a Anton Echeverry, un defensor de derechos humanos que, tras la trágica muerte de su esposa, se enfrenta a una crisis existencial. Su única razón para mantenerse en pie es su hijo Martín, un joven brillante pero discapacitado. Al descubrir que Martín se percibe a sí mismo como “la tristeza de Dios”, Anton urde un plan radical que transformará sus vidas y los sumergirá en una realidad cada vez más difusa. Con una narrativa intensa y filosófica, Mendoza explora los límites de la percepción, la locura y el amor incondicional. Una novela donde nada es lo que parece y donde cada personaje transita entre múltiples mundos posibles.
