Desde inicios del siglo XXI, diversas crisis políticas y económicas alrededor del mundo han contribuido al aumento progresivo de la migración. En la mayoría de casos, estas movilizaciones son forzadas y crean condiciones de vulnerabilidad para los inmigrantes y los gobiernos que los acogen. Esto ha generado la necesidad de proponer nuevas respuestas oportunas y efectivas, que estén orientadas hacia las problemáticas sociales y el cuidado de estas poblaciones. Si bien el hecho de migrar en sí mismo no afecta a la salud, sí se convierte en uno de sus factores sociales determinantes, pues las condiciones en las que se encuentran los migrantes durante el tránsito y adaptación a su nuevo entorno afectan su integridad física, mental y emocional. Los desafíos de la migración a la salud pública en Iberoamérica en tiempos de la COVID-19 muestra la importancia de establecer estrategias que se enfoquen en los problemas que enfrentan los migrantes para acudir a los servicios de salud en otros países y para afrontar situaciones de precariedad. Además, evidencia la debilidad de aquellos Estados que no logran implementar estrategias que garanticen el cumplimiento de los derechos básicos de los migrantes, analiza cómo ellos vivieron la pandemia de la COVID-19 y muestra posibles soluciones políticas que podrían mejorar su bienestar y su salud.
